Almacenar energía con baterías fabricadas con madera no es un sueño inalcanzable. Dentro de la biomimética de vanguardia, a día de hoy es una opción real, gracias a investigadores de la Universidad de Maryland, que han presentado su trabajo sobre el desarrollo de una batería de madera, así como suena.
Su impactante propuesta aprovecha la estructura misma de la madera, compuesta por fibras fuertes y al tiempo flexibles diseñadas por la naturaleza para albergar electrolitos líquidos. Gracias a este concepto han fabricado un prototipo de batería más eficiente y duradera, que resulta asequible, es eficaz y aguanta alrededor de 400 ciclos.
Lógicamente, su conveniencia ambiental dependería del uso de madera sostenible, bien procedente de reutilización o reciclaje o de cultivos sostenibles. Salvado este requisito, sin embargo, sería una gran alternativa a otras baterías convencionales.
En concreto, el invento crea un dispositivo finísimo hasta el extremo, la friolera de mil veces más delgado que una hoja de papel y utiliza sodio en lugar de litio para ahorrar costes aún a costa de perder eficiencia en el almacenamiento.
La elección de materiales accesibles y asequibles se plasma tanto en la madera como en el sodio, intentando dar una solución verde y fácil de hacer en cualquier lugar del mundo. A ello se le une la flexibilidad que aporta la madera, frente a la rigidez de las baterías habituales.
Actualmente, el reto está en conseguir aplicaciones lo más amplias posibles, si bien en estos momentos tan sólo podría utilizarse para usos que no precisen de tamaños pequeños, y mucho menos portátiles, como los que se precisan para recargar dispositivos móviles. Sin embargo, sus creadores ya la consideran una opción ideal para grandes instalaciones industriales y siguen empeñados en cambiar esta evidente, grandísima limitación.